LA VERDAD

La verdad es algo relativo.
Existen muchas verdades, tantas como personas involucradas.
Cada cual mira de un mundo distinto… y recuerda de un modo distinto.

Se dice que la historia se escribe siempre por los ganadores, ya sea los ganadores de una guerra, de unas elecciones, de una carrera de coches, o de una partida de mus.
Siempre es así, y las generaciones futuras recordarán una versión edulcorada, maximizada y con tintes épicos de cómo pasó… lo que fuese.
Pero no sólo la historia, la HISTORIA, con mayúscula, se manipula (entendiendo manipular como interpretarla y contarla a través de los ojos del cuenta cuentos dejándose llevar por tintes subjetivos, sin asepsia).

Pasa lo mismo con las historias pequeñas, las minúsculas, las propias, las nuestras.
Transcurren los años y ya no recordamos siquiera nuestra propia vida tal y como sucedió.
Cambia el prisma por el que miramos y adaptamos nuestro pasado. Normalmente hay dos vertientes: o lo miramos de forma benevolente o todo lo contrario.
Y en ninguna de las dos versiones somos los malos.
No podemos ser los malos, jamás nos equivocamos ni actuamos mal. Total, es nuestra historia y la contamos como nos da la gana.

Somos nuestros propios héroes y hacer lo contrario sería traicionarnos a nosotros mismos, y eso no lo podemos consentir ni en sueños. Otra cosa es traicionar a otros… o a la verdad.

Basta con fijarnos en las memorias de los famosos, generalmente escritas por negros bien pagados. Ninguno confesará un delito… salvo que esté zumbado, lo cual, tratándose de famosos, no es tan descabellado.

Yendo al meollo de la cuestión, la realidad es que con los años nos volvemos suaves con nosotros mismos, menos críticos y más protectores de nuestro legado, como si ese legado le fuese a importar a las generaciones venideras (no somos ese drogadicto llamado Shakespeare).
Hemos cambiado la versión de nuestra propia vida, nuestros propios recuerdos. Los hemos amoldado a nuestros intereses para que no nos duelan nuestros fracasos, esos fracasos que ahora minimizamos o eliminamos pero que en su momento estuvieron a punto de destruirnos.

Pasa el tiempo y no somos capaces de afrontar nuestra propia verdad, así que, ¿por qué coño deberíamos mostrarla a los demás?

Esto pasa con el 100% de las personas. Instinto de protección lo llaman, o algo así. ¿Honestidad? No eres honesto ni contigo mismo y lo sabes, como diría le meme de Julio Iglesias, así pues, ¿por qué esperas que los demás lo sean contigo?

Despierta.

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