RESEÑA DEL LIBRO «EL CRUJIR DE LAS HOJAS»

Últimamente me atraen mucho más que nunca las historias pequeñas. No historias pequeñas por su tamaño, sino por ser ese tipo de historias cotidianas y distintas (dentro de lo extraordinario de cada una de ellas) que abundan en este mundo, siendo tan pequeñas en importancia (frente a otras que nos narran cómo un héroe salva al mundo de un holocausto satánico o cualquier otra amenaza mundial, por ejemplo) que ni siquiera reparamos en ellas.
En “El crujir de las hojas” encontramos una de esas historias. Pequeña, minúscula para el resto del mundo, insignificante para los mortales que viven al otro extremo de un globo que no va a dejar de girar porque no la hayan leído, pero al mismo tiempo grande, vital en la vida de los seres que viven, valga la redundancia, las alegrías y tribulaciones que se narran, porque al fin y al cabo, cada pequeña historia afecta a uno o varios personajes que, literalmente, se juegan la vida. Como todos en nuestro día a día.

Andrés Gutiérrez Morcillo hace uso de una narrativa en primera persona con la que nos quiere acercar a los pensamientos y sentimientos de personajes como Jonás y Marta, entre otros (y a través de ellos disfrutar de otros que no hablan pero se hacen querer, como Moxi), y con ella nos dibuja un escenario en el que se aprecia un enorme amor por la naturaleza (tierra y mar) y la cultura (literatura, música), sin los cuales es inconcebible una vida en plenitud.
En ese escenario juegan los personajes, sobre todo Jonás, quien deberá superar sus miedos (¿lo logrará a tiempo?) para dejar de ser uno solo y acercarse a la sociedad, pero no esa sociedad ruin y rastrera a la que estamos tan acostumbrados, sino a esa otra sociedad en la que te vas a encontrar con aquellos que son y piensan como tú. Una sociedad a la que solemos llamar familia, consanguínea o no.
Pero cómo no, en cada historia debe haber un contrapunto, un personaje malvado, aunque sea un antagonista abstracto, y tampoco falta en este caso, encontrándonos con esa sociedad ruin y rastrera a la que hacía antes referencia, supersticiosa, impersonal hasta ser una masa uniforme, cruel y analfabeta dominada a su antojo por unos cuantos, que devora, como el fuego, todo atisbo de sensibilidad, cultura e independencia.
Se supone que esta historia sucede en un pasado remoto, pero recuerda demasiado a este presente turbio que vivimos.
En un pasaje del libro, Jonás dice: “Jamás olvides a los que no están, las razones por las que no están”.
Hay veces en las que la memoria de nuestros seres queridos nos exige no sólo echarles de menos, sino recordar siempre lo que sucedió en el pasado para que ahora falten. Quizás así un día podamos evitar sucesos parecidos que puedan producir, a nuestro pesar, otras pérdidas. En nuestra mano está.
Mientras tanto, disfrutemos de esas pequeñas historias que son, a su vez, tan grandes…
Leer “El crujir de las hojas” es una buena forma de empezar.

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