SONRISA

Me doy una ducha y me peino los pocos pelos que me quedan. ¿Me afeito? No, que la barba de dos días me gusta. Me pongo mi traje de jugador, mi mejor traje, el que vende lo invendible. Le añado una corbata y me miro al espejo. ¡Joder, qué guapo estás hoy! salgo por la puerta… no, un momento. Vuelvo atrás y me cepillo los dientes. Me vuelvo a mirar al espejo. ¡Ahora sí! Estás perfecto, chaval. No veas lo bien que te sienta esa sonrisa de tiburón.

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